La poesía y su 'estallido' de paz

Por: Gabriel Tique.

Noche de viernes en donde solo se quiere terminar una rutina ardua de una monotonía cíclica que lo hace recapacitar a uno de su existencia. Aunque era reconfortante un momento de esparcimiento luego de una semana pesada, la invitación a un rato de poesía, diálogo y folclor en el Museo de Arte del Tolima (MAT) liderado por el profesor de literatura y poeta, Daniel Montoya, quien estuvo como moderador en esta jornada nocturna.

Empezaba a llenarse el pequeño auditorio que está situado al lado del puesto de vigilancia, junto a la maqueta arquitectónica del Museo, al frente de la entrada de este maravilloso lugar. A las afueras del MAT se realizaba una actividad que congregaba algunas organizaciones como Yapawaira y Casa Dulima, espacio cultural que amenazaba con opacar el evento que se desarrollaría al interior del lugar, pero la fuerza de las 16 ciudades colombianas presentes que reunían a más de 60 poetas nacionales imperó. Esta actividad llevó como nombre «Estallido Poético Nacional por la Paz Total».

Mientras las bancas del pequeño lugar se iban llenando poco a poco con algunos profesores de la Universidad del Tolima, alumnos de talleres de creación literaria de la Biblioteca Darío Echandía, y algunos docentes de la Universidad de Ibagué, se preparaba la magia de una noche que estaría cargada de música y arte poético.

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Cerca de las 7:30 de la noche se dio inicio al encuentro, los asistentes animaron sus sentidos con una muestra musical de quena por parte de Óscar Molina en compañía de Joel Romero en las cuerdas, ambos docentes de la Universidad de Ibagué. La muestra artística que logró atrapar la atención de los presentes fue reforzada con una serie de anécdotas que el maestro Molina ha vivido en el descubrimiento y goce de este instrumento musical que le ha permitido disfrutar de la magia sonora. Su primer tema fue «El pájaro campana».

Bajo otra de las anécdotas de Molina sobre su amor por el instrumento, un celular sonó y generó un momento divertido que rompió el hielo y las prevenciones de los presentes. Tras un chiste sobre la llamada, de inmediato se empezó a escuchar «El cóndor pasa». En ese instante de la velada todo andaba a la perfección, era una sensación más que hipnótica, las cuerdas de la guitarra acústica y las melodías de la quena emanaban esa parte cultural que debería ser el diario vivir de la Capital Musical, pero que por motivos ajenos a la idiosincrasia de los tolimenses ha perdido frecuencia.

Directamente se pasó a Cachipay, y luego de esta interpretación musical Molina narró una breve historia de cómo su primera flauta fue realizada con un tubo de PVC y lámina de corcho. «Solo acepto que no sonaba, pero ahorré y gracias a la ayuda de mi padre logré comprarme mi primera flauta de madera conocida como quena», afirmó el docente oriundo del departamento del Huila. Aquella anécdota fue la antesala de la primera canción que se aprendió con este llamativo instrumento de aire, «Aires de mi tierra».

El último tema que este dueto hizo fue ‘Yesterday’, puesta en escena que dejó en evidencia que cualquier pieza musical puede ejecutarse en ritmos folclóricos si hay músicos dispuestos a revivirlos. Con esto los docentes se bajaron de la tarima y Daniel Montoya siguió con el evento para compartir experiencias con los escritores que traían un poco de sus textos para mostrarles a todos aquellos invitados que desde un principio anhelaban la muestra de poesía.

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En la tarima los asistentes apreciamos a Katherin Rojas Sánchez, licenciada en lengua castellana ─era la más joven en el grupo de escritores que estaba presente─; a su izquierda estaba Esperanza Carvajal, licenciada en lenguas modernas; Daniel Montoya hacia un espacio en el medio dejando a los otros dos invitados a su izquierda que eran Martha Fajardo Valbuena, profesora de la Universidad de Ibagué y licenciada en lingüística y literatura; y, por último, Nelson Romero Guzmán, licenciado en filosofía y letras.

Mi admiración y respeto surgió de inmediato al escuchar las publicaciones y los premios que respaldaban la obra de los escritores y poetas. Con una ardua explicación empezaron a declamar dos poemas cada uno. Inició el ejercicio Katherin Rojas y lo culminaba al lado izquierdo Nelson Romero, los poetas impactaron con palabras que llevaban el sentir, la monotonía o el simple dolor que representa ser un humano en un mundo ordinario.

Las frases de Katherin Rojas representaban un ritmo fresco con sentimientos y reflexiones; la prosa de Esperanza Carvajal, una experiencia en un mundo de inexpertos; las palabras de Martha Fajardo, una luz al final de un túnel bastante oscuro y extenso; y cada línea de Nelson Romero, el sufrimiento de un humano por codicia o amor. Los aplausos pulularon, las diferencias literarias hacen unificar más los sentimientos encontrados por nosotros los espectadores que internamente pedíamos más y más.

Con esto terminaba poco a poco la poesía libre, y en el instante cuando finalizaba el licenciado Nelson su declamación, el moderador Daniel Montoya propuso a los poetas hablar sobre el tema del estallido social de la paz relacionándolo con alguno de sus poemas para llegar a una breve reflexión. En ese momento cada escritor se dirigió al auditorio con pensamientos profundos y diversos en los cuales se reflejaban la esencia de sus escritos. Señor lector tómese un momento, reflexione y piense en esta pregunta, ¿qué es la paz? Pues este pequeño interrogante logró generar un debate en el auditorio del MAT.

La respuesta de Katherin Rojas fue sobre la ironía y el daño que podría generarse al no tener paz mental, y esto lo relaciono con un poema en el cual más de un joven podría llegarse a sentir identificado sobre una rutina y los pensamientos más allá de las personas al entender que en su mundo caótico siempre debe haber un momento para reflexionar. La siguiente intervención por parte de Esperanza empezó con un poema sobre una mañana escuchando las noticias que reatrataban ese oscuro momento de los muertos y desaparecidos del paro nacional de hace algunos meses atrás, y cómo la paz logra ser una utopía casi difícil siendo necesario un conflicto para hallarla.

«Resistencia desde la poesía», frase de Martha Fajardo quien entre lágrimas ablandó el corazón frío de muchos espectadores de la sala, pues mostró ese lado sensible que habita en los corazones de las madres colombianas que están en contra del absurdo conflicto que se ha llevado infinidad de vidas desde que comenzó y cómo la paz se refleja desde situaciones tan comunes como la forma en la que se toma la sopa, ejemplo que me hizo recordar la caricatura de Quino, Mafalda. Por último, la intervención de Nelson fue contundente pues reiteró la idea de que la paz es una utopía y que el arte se alimenta de los conflictos.

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La música, las letras y las reflexiones motivaron a que en el cierre de la actividad dos de los asistentes se levantaran de sus sillas y tomaran la palabra para resaltar el trabajo realizado por los organizadores, y a la docente, poeta y escritora Martha Fajardo por ese acompañamiento en un viernes de liberación del caos semanal. En el espacio quedó claro que se realizarán más encuentros de esta factura en cafés, bares o sitios que logren expresar amor literario de los que viven y sienten muchas vidas a través de las letras.

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