¿Qué nos deja la Asamblea Nacional de Juventudes para Colombia?
Por: Oscar Zabala
El Mago de Oz dentro de todo su repertorio musical tiene un sinnúmero de canciones que pasaron a la historia por su interpretación, lírica o versos que conmocionaron a generaciones completas. Una de ellas es el Canto del Silencio, una canción que se estrenó en el 2003 como protesta a una catástrofe que generó el derrame de petróleo en las costas de Galicia, España.
"Ven, quiero oír tu voz, y si aún nos queda amor, impidamos que esto muera. Ven, pues en tu interior está la solución de salvar lo bello que queda". Ese es uno de los versos que es un canto a la resiliencia, esperanza y un llamado a lo revolucionario que fue el amor. Pues bien, si tuviéramos que representar lo que fue la Asamblea Nacional de Juventudes en una canción sería a costa del silencio como el clamor más puro y sincero de no dejar morir la fuerza de la juventud.
Entender la ANJ pasa por saber dónde tiene su asidero jurídico. Según la Ley 1622 del 2013 modificada por la Ley 1885 del 2018, las asambleas juveniles son el máximo órgano de expresión del movimiento juvenil. En él se consulta, se socializa y se les rinde cuentas a las juventudes para que ellas construyan sus necesidades, propuestas y estrategias para resolverlas por los distintos actores de incidencias por medio de una agenda pública juvenil.
Hoy, dicha normativa cumple once años y en todo este transcurso de tiempo, nunca se había celebrado una Asamblea Nacional de Juventudes. Pueden ser muchos factores por los que anteriores gobiernos no le apostaron a este espacio; presupuesto, voluntad, cohesión etc. Sin embargo, la razón por la que este año se haya estrenado ese derecho obedece a la suma de muchas voluntades.
Todo comenzó en Boyacá, curiosamente donde nació la libertad de nuestra nación. En el mes de diciembre del 2023 en Paipa, el Consejo y la Plataforma Nacional de Juventudes, máximas instancias de participación juvenil del país se reunieron para definir los lineamientos que un año después daría paso a la Asamblea Nacional de Juventud.
Dicho espacio definió aspectos metodológicos, logísticos y comunicacionales para llevar a cabo este evento histórico y pese a que no existía una voluntad real por parte del Gobierno Nacional debido a que, solo iban a haber 500 cupos para todo Colombia, si existía un fuego que comenzaba a calentar las ganas de incidir.
Seguido a esto, en el mes de mayo del 2024 se celebró la sesión conjunta del Consejo Nacional de Juventudes, La Plataforma Nacional de Juventudes, Jóvenes líderes y el presidente de la República Gustavo Petro, la vicepresidenta Francia Márquez y parte del gabinete. En ese escenario, producto de la gallardía y rebeldía de los jóvenes asistentes, tuvimos la posibilidad de pasar de 500 a 1500 cupos en la Asamblea Nacional de Juventud.
Ese mismo mes, las Autoridades Nacionales Juveniles tuvieron una decisión estratégica y clave y fue la creación del Comité Técnico de la Asamblea Nacional de Juventudes, una figura que comprendía una relación entre lo metodológico, logístico y comunicacional con la capacidad de decidir, luchar y construir este escenario que desde un principio no fue fácil. No obstante, pese a que se había planeado que la Asamblea Nacional de Juventudes en agosto, El Gobierno Nacional, propuso aplazar la fecha y con la sagacidad y habilidad del Comité Técnico de la ANJ, entendió que no solo 1500 jóvenes eran suficientes sino ir a la histórica y es tener 3000 jóvenes. Decisión que aceptó la vicepresidenta Francia Márquez.
Para el mes de agosto, gracias a la voluntad del Comité, se escoge como sede la ciudad donde nací, crecí y, sobre todo, me sigue dando alegrías; Ibagué. En ese momento, comienza una serie de negociaciones, conflictos y discusiones entre un Viceministerio de las Juventudes y un Comité que pese los dos remaban para el mismo lado, existieron problemáticas que por poco terminan con la cancelación de la ANJ.
Después de unos vaivenes, negociaciones fuertes, tres cambios de fechas y un proceso que demostró la tenacidad de un Comité Técnico, tuvimos por fin una luz al final del túnel cuando ya avanzaba el convenio que daría vía a la operación de lo que sería uno de los procesos administrativos, logísticos y hasta humanos más importantes que la ciudad de Ibagué conocería en materia de juventudes.
El proceso no fue todo color de rosas porque desde la movilización de las juventudes comenzaron a tener inconvenientes, lo cierto es que existió un proceso bastante organizado por parte del Subsistema Nacional de Juventudes en cuanto a estar como un elemento activo, y claro, solo nosotros entendemos lo fundamental de haber estrenado este derecho y la responsabilidad política que asumimos.
No conozco ningún proceso en el cual, la distribución y la capacidad instalada de las juventudes haya estado en los Puestos de Mando Unificado, Los Comités, la construcción metodológicas y las reuniones que muchas veces nos habían dicho “son de grandes” y eran donde se tomaban las decisiones más importantes. Esto sienta un precedente importante en cuanto a la decisión y concertación que tienen las juventudes y su habilidad de organización y cohesión.
Metodológicamente hablando, las galaxias y los mundos (Ejes principales y temas en específico) fueron la columna vertebral de la Asamblea Nacional de Juventud ya que, en los mismos se discutió, debatió, dialogó y concertó los consensos que finalmente quedarían en la versión preliminar del acuerdo nacional de juventudes, una metodología que hoy es patrimonio de las juventudes y que tienen la posibilidad de replicarlo en sus territorios.
¿Qué nos deja esta Asamblea Nacional de Juventudes? Muchas enseñanzas, la primera, nunca desfallecer, creer hasta el final y sobre todo, entender que la construcción incidente de un país pasa por dejar a un lado las diferencias y pensar en aspectos fundamentales. Como ciudad, Ibagué le deja mucho, no solo porque fue la primera vez que se estrena este derecho y que haya sido en el pedacito de tierra que vio nacer a muchos y muchas, sino porque la misma comienza a escribir con chapas doradas que es y será meca de juventudes.
Finalmente, El Acuerdo Nacional de Juventudes, ese paso importante no solo por lo que políticamente refiere sino por lo estructural que el mismo contempla, hoy por fin Colombia tiene una Agenda Pública Nacional de Juventudes y aunque todavía falta mucho para buscar la representación de todos y de todas, hoy casi esas 90 páginas es una apuesta para decir; aquí estamos, no nos vamos.
La Asamblea Nacional de Juventudes fue un sueño que aunque se veía lejos, llegó, sucedió y marcó nuestras vidas. Acá debo agradecer a muchas personas que creyeron en este discurso; Al Comité Técnico Asambleario, ellos fueron los que creyeron y se dieron la pela y estaré agradecido siempre por pensar en Ibagué, a mi ciudad, mi gente y todos los que cuando les conté esta historia, sabían el tamaño del reto y lo asumieron con la valentía que nos representa como ibaguereños.
Hoy soy un hombre más de fe porque pienso mucho que tantas cosas no hubieran sucedido sin la voluntad de Dios y la Virgen del Carmen, ser creyente se vuelve una convicción porque cuando la razón se queda sin palabras es la esperanza y la fe la que tiene la última voz.
Con errores, impases, perdones, reconocimientos, amores, odios y sobre todo esperanzas, Ibagué vivió lo que es el comienzo de la construcción de un acuerdo que reconoce que aunque los retos pueden ser inmensos, cuando nos unimos, como fuego que ilumina.
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